La eficacia en la transmisión de la información y en la manera en que rebatimos las objeciones del cliente para no pagar, en gran parte está relacionada con el vocabulario que utilicemos con el deudor. Debemos, por tanto, evitar utilizar un lenguaje negativo que nos distancie de nuestro interlocutor y de nuestro objetivo y eludir todas aquellas expresiones que empobrezcan nuestro vocabulario. Las expresiones que bloquean la búsqueda de soluciones al pago son: No, En absoluto, Equivocado, Jamás, Imposible, Como es lógico, No es cierto...
Muletillas como: eh, mm, uhm, ajá están especialmente penalizadas. Expresiones coloquiales como: "no merece la pena", "es un rollo", "echar una ojeada", "o sea", "sabes", "¿verdad?", "a tope", "venga", "qué lástima!"... restan importancia al hecho de pagar y nos quitan posibilidades de éxito.
Tambien deberemos evitar expresiones que transmiten duda: En principio, me parece, creo que, puede que, no sé, quizás, casi nunca, probablemente... y en general el uso de los condicionales; ya que proporcionan excusas al cliente, que va a apreciar nuestra poca solidez en los argumentos. La única excepción que valida la utilización de expresiones como "es probable/posible" es cuando no queremos negar directamente una afirmación del cliente.